
Vivimos acelerados, desconectados de nosotros mismos. La vida se nos pasa entre obligaciones y pantallas. Y en ese ruido constante…
Vivimos acelerados, desconectados de nosotros mismos. La vida se nos pasa entre obligaciones y pantallas. Y en ese ruido constante…
Vivimos acelerados, desconectados de nosotros mismos. La vida se nos pasa entre obligaciones y pantallas. Y en ese ruido constante…

Se nos olvida latir.
Se nos olvida latir.
Nos hemos acostumbrado a avanzar sin detenernos. A vivir con el piloto automático activado. El ritmo exterior nos marca, y en ese ruido, lo interno se apaga. Ya no escuchamos nuestros latidos, no porque no estén, sino porque hemos dejado de prestarles atención. Todo va tan rápido, que olvidamos que también se puede ir despacio.
Nos hemos acostumbrado a avanzar sin detenernos. A vivir con el piloto automático activado. El ritmo exterior nos marca, y en ese ruido, lo interno se apaga. Ya no escuchamos nuestros latidos, no porque no estén, sino porque hemos dejado de prestarles atención. Todo va tan rápido, que olvidamos que también se puede ir despacio.
Nos hemos acostumbrado a avanzar sin detenernos. A vivir con el piloto automático activado. El ritmo exterior nos marca, y en ese ruido, lo interno se apaga. Ya no escuchamos nuestros latidos, no porque no estén, sino porque hemos dejado de prestarles atención. Todo va tan rápido, que olvidamos que también se puede ir despacio.
Nos hemos acostumbrado a avanzar sin detenernos. A vivir con el piloto automático activado. El ritmo exterior nos marca, y en ese ruido, lo interno se apaga. Ya no escuchamos nuestros latidos, no porque no estén, sino porque hemos dejado de prestarles atención. Todo va tan rápido, que olvidamos que también se puede ir despacio.
Nos hemos acostumbrado a avanzar sin detenernos. A vivir con el piloto automático activado. El ritmo exterior nos marca, y en ese ruido, lo interno se apaga. Ya no escuchamos nuestros latidos, no porque no estén, sino porque hemos dejado de prestarles atención. Todo va tan rápido, que olvidamos que también se puede ir despacio.
Nos hemos acostumbrado a avanzar sin detenernos. A vivir con el piloto automático activado. El ritmo exterior nos marca, y en ese ruido, lo interno se apaga. Ya no escuchamos nuestros latidos, no porque no estén, sino porque hemos dejado de prestarles atención. Todo va tan rápido, que olvidamos que también se puede ir despacio.
Nos hemos acostumbrado a avanzar sin detenernos. A vivir con el piloto automático activado. El ritmo exterior nos marca, y en ese ruido, lo interno se apaga. Ya no escuchamos nuestros latidos, no porque no estén, sino porque hemos dejado de prestarles atención. Todo va tan rápido, que olvidamos que también se puede ir despacio.


"Se nos olvida
el verdadero propósito"
"Se nos olvida
el verdadero propósito"
"Se nos olvida
el verdadero propósito"


